sábado, 27 de septiembre de 2008

Al recuerdo, invito yo

Nuevamente me despierto con dolor en la espalda, pienso que cambiar mi cama por un somier no fue la solución milagrosa que yo pensaba. Como hace varios días, lo primero que me viene a la cabeza es ese trabajo que perdí antes de encontrar y todavía sin saber el porqué. El olor de las tostadas que llega desde la cocina me invita a robar algunas y calentar agua para el mate, buscando las zapatillas recuerdo haber soñado y nuevamente estoy dentro de ese sueño.

Volví a esa navidad, antes de que todo comenzara, en la que me diste la mano para dormir, me volviste a decir que querías estar conmigo, volviste a irte a vivir a Córdoba y regresar a los tres meses, volví al 13 de diciembre, día en el que decidiste que era mejor estar sola y volví a ser feliz.

También volví a sentarme con vos en ese banco de la plaza para hablar de todo, y a la vez de nada, a besarte y poder abrazarte. Los dos éramos consientes del milagro de sabernos feliz en ese instante, conocimos la nostalgia por el presente mucho antes de conocer el poema de Borges.

Nostalgia del presente
En aquel preciso momento el hombre se dijo:
qué no daría por la dicha
de estar a tu lado en Islandia
bajo el gran día inmóvil
y de compartir el ahora
como se comparte la música
o el sabor de una fruta.
En aquel momento
el hombre estaba junto a ella en Islandia.


Vuelvo a caminar con vos de la mano, acompañándote a tu casa, esperando que nombres la palabra rincón, que siempre fue la escusa perfecta para el beso. Volví a sentarme en la escalera de tu casa, y a pesar de tus bostezos, hablarte de cualquier cosa por el simple hecho de que me resulta imposible dejarte.

Vuelvo a verte cansada y saturada, los dos sabemos que no es por nosotros, pero esto poco le importa a los fantasmas, encierros y pesares que me esperan nuevamente junto a tu ausencia. Una vez mas vuelves para siempre, me enseñas que la eternidad y la perfección solo duran unos pocos meses, y entiendo de golpe que solamente he vuelto a vos, a una persona cualquiera entre miles de personas, a un envoltorio para regalos que ya no contiene a mi juguete favorito.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Cuánto vale un regalo? Es solo el papel! Relaja man! hay juguetes de coleccion, atesoralo, que de tanto jugar puede hacer mal! Excelente sorpresa, orgulloso es lo ultimo en la lista de sentimientos que surgen de mi al sentir tu escrito!

Poetas Intenteros dijo...

Simplemente increible